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Magnum, Life, el Reportaje del Siglo XX



MAGNUM PHOTO




Magnum fue fundada en 1947 por cuatro fotógrafos convencidos de la fuerza del medio fotográfico para dar testimonio de los problemas del mundo y provocar una toma de conciencia.
 La historia de la fotografía cuenta que un día de 1947, en Nueva York, cuatro amigos y profesionales de la imagen: Robert Capa, Henri Cartier-Bresson, David Seymour y George Rodger, se dieron cita en la terraza del Museo de Arte Moderno para fundar la que con el tiempo se convertiría en la más importante e influyente cooperativa de fotos del mundo. 
 Recién terminada la Segunda Guerra Mundial, la creación de Magnum Photos signficaba para sus fundadores, el comienzo de una nueva forma de vivir y de trabajar con la fotografía. La agencia iba a convertirse en el espejo de la naturaleza independiente tanto como individuos, como profesionales de sus cuatro creadores; un referente que la define como una entidad a la que le interesa lo que se ve, pero también, y sobre todo, la manera de verlo.
 Con la creación de Magnum sus fundadores buscaban una independencia total, requisito indispensable de su compromiso como fotógrafos, y marcaron unas pautas con las que las imágenes alcanzarían la categoría de fotografía de autor.
Parece ser que Robert Capa soñaba desde hacia tiempo con crear una estructura de este tipo, en la que los propietarios de los copyrights fueran los fotógrafos, no las revistas, y en la que los profesionales de la imagen fueran capaces de administrar su producción y decidir dónde, cómo y para quién trabajar, la elección de los reportajes y su duración, la selección de fotografías, la propiedad de los negativos, y el control de la difusión. George Rodger describía de esta manera a su compañero Robert Capa, un hombre cuyo asombroso dinamismo presidió la creación de la nueva estructura, –Capa supo sacar el máximo partido tanto del progreso técnico que representaban las cámaras de pequeñas dimensiones, manejables, rápidas y silenciosas, como de la gran sensibilidad que los fotógrafos habíamos adquirido durante los años de guerra.
 Disponer de semejante libertad de acción suponía no doblegarse en exceso a las exigencias editoriales, a veces demasiado restrictivas, y poder tratar igualmente temas de gran envergadura u otros mucho más personales en los que la mirada del autor puede describir más detenida y profundamente una información, un acontecimiento o un rostro.
 La fuerte personalidad de los cuatro fundadores insufló en Magnum un aliento dinámico y un estilo que, poco a poco, consiguió aunar fuerzas y suscitar el interés de los colegas más jóvenes, capaces de comprender la fascinación que implicaba esta nueva manera de pensar como hombres y como fotógrafos; así se unieron pronto a sus filas gente como Werner Bischof, Elliott Ewitt, o más tarde, Eve Arnold o Susan Meiselas entre otros muchos.
 Atraídos por su empuje, participaron con ellos otros profesionales que compartían la misma ética, dando origen a uno de los colectivos de creadores más originales y prestigiosos.
 Presentes en todos los frentes y en todos los continentes, su mirada se dirige hacia los episodios más destacados de nuestra época: desde conflictos bélicos a revoluciones sociales, pero también a momentos de la vida cotidiana o a personalidades del mundo artístico. 

ROBERT CAPA


Robert Capa, cuyo verdadero nombre era André Friedmann, nació en Budapest (Hungría), en el año de 1913 en el seno de una familia judía de clase media que tenía un pequeño taller de alta costura. Con 16 años conoció al escritor y artista plástico Lajos Kassák, un antiguo obrero metalúrgico que llegó a liderar los círculos de arte de vanguardia en Hungría. Amigo de Apollinaire, Picasso y Modigliani, Kassák editó las revistas “A Tett y Dokumentum” y se destacó como activista político de izquierdas. Con él Capa conoció a los fotógrafos húngaros y comenzó sus colaboraciones periodísticas. En 1931, las relaciones del joven Capa con el Partido Comunista Húngaro, le obligaron a dejar el país de forma precipitada perseguido por la policía secreta del dictador Miklós Horthy. Con dieciocho años se plantó en Berlín con el objeto de estudiar ciencias políticas, sociología y periodismo. Las dificultades económicas le obligaron a dejar los estudios y, gracias a otros refugiados húngaros, consiguió un trabajo como mensajero en la agencia Ullstein para, al año siguiente, pasar a la prestigiosa agencia gráfica Dephot, como ayudante de laboratorio.
El idioma alemán era una barrera en aquel momento para el joven que quería escribir crónicas periodísticas pero, más tarde, llegaría a ser un verdadero políglota. Lo más cercano al periodismo que encontró fue empuñar una cámara fotográfica. El fundador y director de la agencia Dephot, Simón Guttmann, le encargó el que sería su primer reportaje importante. Capa partió a Dinamarca para cubrir una conferencia organizada por los estudiantes daneses en el Stadium de Copenhague. El orador era un exiliado ruso, León Trotsky, esto sucedió el 27 de noviembre de 1932. En enero de 1933, Adolf Hitler fue nombrado canciller; las persecuciones de los meses siguientes, obligaron a Capa a emprender una nueva huida. La familia del fotógrafo Harald Leichenperg, de la agencia Dephot, lo acogió durante unos meses en su casa de Viena. Tras una breve visita a su tierra natal, el fotógrafo se instaló en París.
 En la capital de la fotografía conoció a un compatriota que influiría mucho en su obra. Se trataba de André Kertész (1894-1985), un fotógrafo que antes había sido pintor y escultor. Kertész ayudó económicamente a un Capa hambriento y le enseñó la poesía de sus fotos de las calles de París. Decidido a trabajar como fotógrafo independiente, en 1934 conoció a David Seymour –Chim- que pocas semanas después le presentaría a Cartier-Bresson. Era una época en que sólo había que dejarse caer por el Café du Dôme de Montparnasse para encontrarse con la flor y nata de la intelectualidad europea, muchos de ellos refugiados políticos como el propio Capa. También fue ese año cuando conoció a su gran amor, Gerda Pohorylle (1911-1937), era una bellísima refugiada judía alemana de la que se conocen pocos datos y que tuvo un trágico final como veremos más adelante. Ella trabajaba como secretaria en la agencia Alliance Photo, la única agencia que por aquel entonces compraba las fotos de Capa, y en sus oficinas se conocieron.
Gerda comenzó a colaborar con Capa vendiendo sus fotos por las agencias mientras aprendía los rudimentos de la fotografía con su novio. Fueron momentos duros y de hambre. Parece ser que fue a ella a la que se le ocurrió inventarse el personaje de Robert Capa, hasta entonces Capa firmaba con su nombre húngaro. El nombre de Robert Capa estaba inspirado, aunque hay diversas versiones sobre esto, en Frank Capra, que en 1934 estrenó su oscarizada película “Sucedió una Noche”, y Robert Taylor que en aquel mismo año participó en su primer film: “Receta para la Felicidad”. Para que fuera más creíble, el tal Robert debía ser un prestigioso y famoso fotógrafo norteamericano instalado en Europa. La cosa funcionó y esto permitió a la pareja triplicar el precio de las fotos que vendían. Gerda se presentaba como la representante del fotógrafo imaginario y André como su ayudante. Al final se descubrió el asunto y el fotógrafo decidió quedarse con el nombre. Gerda también cambió su apellido por el de Taro, en honor a un amigo de la pareja, el escultor y pintor japonés Taro Okamoto, que habían conocido en París. Como en el caso de Capa, también existen otras versiones sobre el origen del seudónimo. Entre otros medios, trabajaban para el periódico comunista “Ce Soir” y la revista francesa “Vu” fundada por Lucien Vogel en 1928, y que fue modelo para otras revistas gráficas como la americana “Life”.
 Un antiguo jefe de Capa, Simón Guttmann de la agencia Dephot, le encargó en la primavera de 1935 unos reportajes para varias revistas alemanas. En la primavera de 1935, Robert Capa entró en España por San Sebastián para realizar un reportaje sobre la vida cotidiana del boxeador Paulino Uzcudun, el campeón de los pesos pesados tenía que enfrentarse en el mes de julio al gran campeón alemán Max Schmeling. Luego se dirigió a Madrid para fotografiar el prototipo del helicóptero de Juan de la Cierva. Capa se encontró con la negativa del inventor y se quedó en la capital para cubrir el desfile del 14 de abril, cuarto aniversario de la República. Posteriormente se dirigió a Sevilla para hacer fotos de la Semana Santa y la Feria. Durante su estancia en España estudió el idioma, eso junto a su carácter extrovertido y su tez morena, le hizo sentirse como uno más en tierras españolas donde fue conocido como Roberto. En sus cartas a la familia les comunicaba su total afinidad con el calor y... “la exuberante generosidad de las gentes españolas”.
 En julio de 1936, se produce el golpe de estado de Franco y comienza la guerra civil. Gerda y Capa vieron la oportunidad de conseguir, a través de su trabajo como fotógrafos, el respaldo internacional a favor de la República española. La revista “Vu” envió a la pareja a España para que formaran parte de un equipo encargado de cubrir la contienda.
 El 5 de agosto llegaron a Barcelona y vieron que se había producido una revolución proletaria. En la estación de ferrocarril fotografiaron a los soldados que marchaban para el frente de Aragón, y que se despedían de sus familias. La pareja, en coche, se dirigió a dicho frente y tomaron contacto con la milicia trotskista Partido Obrero de Unificación Marxista (POUM). Con ellos, también estaba Chim Seymur, que trabajaba para al semanario comunista “Regards”. Después de Aragón se desplazaron a Córdoba, el gobierno republicano había iniciado una ofensiva para recuperar la ciudad y en sus campos se batían las milicias de la CNT. Fue en ese frente donde Capa realizó la foto que le hizo 
famoso.
 Los cenetistas prepararon una ofensiva con trescientos milicianos del regimiento de Alcoy, entre ellos se encontraban Gerda y Capa. Enfrente tenían a los regimientos del general Mola. A 12 kilómetros al norte de Córdoba, en el Cerro Muriano, el 5 de septiembre de 1936 se desarrolló un duro combate. Capa, desde una trinchera, tomó la instantánea de un miliciano que acababa de recibir un tiro. La foto se publicó el 23 del mismo mes en la revista “Vu”, siendo reproducida en todo el mundo y creando un gran impacto entre el público.
Durante la década de los setenta, un anciano periodista británico, O’Dowd Gallagher, desató la polémica sobre la autenticidad de la foto. Éste corresponsal del “Daily Express” afirmó que el propio Capa le había confesado, en un hotel de San Sebastián en 1936, que la foto estaba “preparada”. El biógrafo de Capa, Richard Whelan, dice haber recibido muchos testimonios de personas que, de buena fe, creyeron coincidir con Capa en alguna guerra y luego se trataba de otros fotógrafos. En el caso que nos ocupa, Whelan está convencido que Gallagher no coincidió con Capa hasta enero de 1939 en un hotel de Barcelona. En la década de los noventa, un hecho extraordinario vino a aclarar las cosas, el miliciano caído fue identificado. El historiador Mario Brotons, que estuvo luchando en Cerro Muriano, demostró algo que ya se sabía,  que en aquella batalla sólo hubo una baja, los archivos y los familiares hicieron el resto. El miliciano muerto y que aparece en la foto era –o podía ser- Federico Borrell García de 24 años y fundador de las juventudes Libertarias de Alcoy. A pesar de todo, la polémica persiste… ( Post Scriptum: Investigaciones de historiadores catalanes realizadas en 2009, apuntan a que la foto no fue hecha en Cerro Muriano, sino a 50 km de allí, en la loma de Las Dehesillas, en el pueblo cordobés de Espejo. Como en ese lugar no hubo combates hasta veinte días después de realizada la foto, apuestan por la teoría de la recreación).
Después de Andalucía, Capa estuvo fotografiando los barrios bombardeados de Madrid, el Bilbao sitiado y, con Gerda, estuvo en Navacerrada en la fracasada ofensiva republicana coincidiendo con Ernest Hemingway. En julio del 37, Capa volvió a París y Gerda se dirigió a Brunete para cubrir la gran ofensiva republicana. El 25 de julio de 1937, Gerda saltó al estribo de un coche para ponerse a salvo durante una confusa retirada y fue arrollada por un tanque republicano fuera de control. Malherida, murió al día siguiente, pocos días antes de cumplir los 26 años. Fue la primera reportera muerta en una guerra. Días después, el cuerpo de la joven yacía rodeado de claveles rojos en el vestíbulo del periódico “Paris-Soir”. Como no podía ser de otro modo, también este hecho está velado por una oscura nebulosa. Capa en París estaba desconsolado y no quiso volver a España.
 En 1938, marchó a China durante seis meses para fotografiar la resistencia a la invasión japonesa.  Capa volvió a España para fotografiar la toma de Teruel, la caída de Barcelona y la despedida de las Brigadas Internacionales.
La madrugada del 6 de junio de 1944, Capa se encontraba en Normandía con la primera oleada de desembarco de la Compañía E, en la playa de Saint-Laurent-sur-Mer, conocida con el nombre en clave de Omaha Beach. En ella fotografió a un soldado que luchaba con las olas para ganar la playa, se trataba de Edward Regan, un joven de dieciocho años. Esta imagen quedó para siempre como recuerdo de una jornada sangrienta.
La anécdota del caso es que Capa envió cuatro carretes de fotos del desembarco a la oficina de la revista “Life” en Londres. La precipitación y los nervios del momento hicieron que el técnico del laboratorio aplicara más calor del necesario en el secado. El resultado fue que se perdieron todas las fotos menos once que, borrosas y muy granuladas, se salvaron milagrosamente. La revista “Life” publicó las fotos con el siguiente texto: “La inmensa excitación del momento hizo temblar la mano del fotógrafo y sus fotos han quedado desenfocadas”.
A finales de 1945, Capa se marchó a Hollywood, allí se caso con Toni Sorel para conseguir un visado previo a la nacionalidad norteamericana que obtuvo en 1946. Se movió en el mundillo de las actrices y se relacionó con Vivien Leigh y Hedy Lamarr. Él siempre quiso hacer cine, incluso intentó hacer un papel en la película de Sam Wood: “Por quién doblan las campanas”. También es sabido que su autobiografía “Slightly out of focus” –“Ligeramente desenfocado”- fue concebida como un guión cinematográfico y Capa no se privó de exagerar, cuando no mentir descaradamente. El romance más sonado de Capa fue con la actriz Ingrid Bergman, con la que estuvo dos años. La conoció en el Hotel Ritz de París y la siguió a Hollywood cuando la actriz estaba rodando con Hitchcock “Encadenados”. Las continuas borracheras y la negativa de Capa a formalizar la relación hicieron que la actriz lo abandonara definitivamente. En 1947 fundó y dirigió la agencia cooperativa Magnum Photos Inc. Junto a Cartier-Bresson y David Seymour. Con sede en París y Nueva York, el nombre se les ocurrió después de beberse una botella de Champán Magnum. Cuentan que las ganancias que Capa obtenía apostando a las carreras de caballos salvaron a la agencia de alguna situación difícil. Por contra, también se cuenta que algunas deudas de juego las saldó Capa vendiendo material sustraído de sus oficinas.
 En 1948, cubrió la Primera Guerra Arabe-Israelí donde fue herido por primera vez, y en 1954 marchó a la guerra de Indochina. El 25 de mayo, cuando fotografiaba a las tropas francesas en el delta del río Rojo, Capa murió al pisar una mina vietminh, su cámara Contax voló con él. Tenía cuarenta años.



























CARTIER BRESSON


Nació en Chanteloup (Francia) en el año 1908, proveniente de familia de clase media de la burguesía francesa. Ya siendo un niño comienza a sentirse atraído por la pintura, la estética.
 Años después empieza a cursar sus estudios secundarios en el Lycée Condorcet en Paris, donde no llega a terminarlos. Paralelamente a esta educación, se desarrolla en la pintura de manera independiente. Entre los años 1927 y 1928 estudia con el pintor cubista André Lhote. Así es como durante estos años de formación desarrolló el entrenamiento visual que le sirvió como estructura para su arte fotográfico.
Su posición social le permite relacionarse con la élite cultural de esa época. Durante su adolescencia siente por el Surrealismo una afinidad natural para con los conceptos planteados dentro de los numerosos manifiestos del movimiento, se asocia con artistas involucrados en el Surrealismo.
Este periodo de desarrollo estaba marcado por la depresión de lo que había dejado la primera guerra mundial, dando como consecuencia la desesperación moral y política de los jóvenes intelectuales que se movilizaron contra las pequeñas instituciones de la burguesía.En 1929 realiza el servicio militar obligatorio. Cuando vuelve del mismo, parte hacia el oeste del continente Africano, lo que marca uno de sus primeros momentos decisivos en su vida ya que fue el quiebre de las tradiciones y de todo lo que era familiar.
 Durante este tiempo, más específicamente en el año 1931 adquiere su primera cámara, una Kodak Box Brownie. Es así que se lanzó a la búsqueda de nuevos caminos. Durante su estadía en África, vive de la caza vendiendo carnes en los mercados de animales silvestre que el cazaba. Deja África atrás y vuelve a Francia.
Al revelar sus tomas del viaje en el continente sudafricano, comienza a perder su deseo de seguir con la pintura y empieza a abocarse de lleno a la fotografía. Se compra su primera cámara Leica la cual lo acompañaría el resto de su vida. El formato 35 mm lo sorprende y fascina. Henri llegó a cubrir de negro las partes niqueladas de su cámara para pasar inadvertido.
Le empiezan a surgir viajes por Europa Oriental (Alemania-Polonia- Austria- Hungría, entre otros) y en el año 1932 viaja a Francia  Italia y España. En ese mismo año sus primeras fotografías son expuestas en la Galeria Julien Lévy de New York.
En 1934 viaja a México junto a otros fotógrafos comprometidos en un proyecto etnográfico llevado a cabo por el gobierno de ese país. Bresson captura a la gente en situaciones marginales. Sus fotografías fueron expuestas en el Palacio de Bellas Artes de la ciudad de México. Tiempo después se muda New York y en el año 1935 hace una exposición junto a Walker Evans.
 Ya instalado en la ciudad, comienza a interesarse más por la industria cinematográfica de la mano de Paul Strand. Durante ese periodo realiza pocas fotografías. Desde 1936 a 1939 se dedica al cine plenamente, trabajando como colaborador de Jean Renoir. Durante este período el periódico comunista “Ce Soir” lo contrata como fotógrafo. Es allí donde comienza a tener una fuerte relación laboral con los fotoperiodistas  David Capa y David Saymour.
En la España republicana realiza un documental sobre los hospitales durante la guerra civil titulado “Victoria de la vida”.          En septiembre de 1939 estalla la Segunda Guerra Mundial y Bresson se vuelve a alistar en el ejército. Tiempo después Bresson pierde todos sus trabajos y herramientas de fotografía y cine ya que fueron capturadas por los alemanes. Después de tres años de intentos fallidos, logra huir hacia Paris. Decide formar parte del Movimiento Clandestino de ayuda a prisioneros y evadidos. En 1944 y 1945 se une al grupo de profesionales que fotografían la liberación de Paris. Dirige la película documental “El regreso” que se trata sobre la vuelta de los deportados y prisioneros. Esta película fue para la United States Office of War Information (Oficina de información de guerra de los EE.UU).
 Luego de finalizar la guerra en 1946, vuelve a los EE.UU para contemplar una exposición póstuma que el Museo de Arte Moderno de New York le había organizado considerándolo desaparecido y dándolo por muerto.  Henri Cartier Bresson dijo al estar en el lugar. “Mientras tanto en Estados Unidos me daban por muerto y preparaban una exposición póstuma de mi obra. Me entero a tiempo y corro a ayudarles en la selección, ante su sorpresa, el hombre que se disponía a enterrar estaba allí, presente”.
Luego de un tiempo funda su primer agencia junto a Robert Capa, David Seymour y Georges Rodger. La agencia cooperativa de fotografía se llamó “Magnum Photos” “No queríamos trabajar por encargo y pensamos que si nos organizábamos podríamos tomar nosotros la iniciativa”. Es así que el fotógrafo comienza a viajar y enfoca su trabajo a la fotografía de reportaje. Viaja por el oriente, por la URSS y en 1955 es invitado por el Louvre de París para convertirse en el primer fotógrafo en exponer en este museo.
Durante los próximos años sigue viajando. Entre 1958/59 vuelve a China y permanece allí tres meses, luego viaja a Cuba para realizar un fotorreportaje, luego a México, India y Japón. 
A lo largo de su carrera, tuvo la oportunidad de retratar a personajes como Pablo Picasso, Henri Matisse, Marie Curie, Édith Piaf, Fidel Castro y Ernesto "Che" Guevara.
En 1966 deja la agencia Magnum (que sin embargo conserva bajo su custodia los archivos del fotógrafo).
A principio de los 70, decide dar un cambio a su carrera como fotógrafo, deja su Leica para volver a la pintura y el dibujo, su verdadera vocación desde la infancia. En sus últimos años de vida, crea junto a su mujer la Fundación Henri Cartier-Bresson, en la que recopila toda la obra que realizó en vida.
Sus fotografías, recopiladas en diferentes colecciones (El momento decisivo, El mundo de Henri Cartier-Bresson), se definen por el rigor de composición, por la yuxtaposición de elementos y por un sentido estético de la composición consecuentemente de su experiencia en las artes plásticas.
En cuanto a la teoría de la fotografía destaca lo que él llamó el “momento decisivo” que el fotógrafo tiene que descubrir sobre el terreno y en el que capta aquel instante único, donde la escena adquiere su máximo sentido expresivo, el momento efímero en que la importancia del tema se da a conocer en la forma, el contenido y la expresión.
En cuanto a lo referente a su técnica jamás recortó los negativos, se positivaban completos, sin encuadrar ni cortar nada. Hizo diferentes exposiciones en New York (1946 y 1967), Londres (1955), Paris (1967 y 1969) y Madrid en 1983. Publicó numerosos libros, es de destacar el publicado en los años 50 titulado "Images a la sauvette" que es todo un legado y compendio del significado, técnica y utilidad fotográfica.
 Henri fallece el 3 de agosto de 2004 en su residencia Le Claux, en Francia.






























DAVID SEYMOUR "CHIM"




Fotógrafo polaco, nacido en Varsovia (Polonia) el 20 de noviembre de 1911 y muerto en Suez (Egipto) el 10 de noviembre de 1956, conocido con el seudónimo “Chim”.
 Su infancia se desarrolla entre Varsovia y Rusia. Tras aprobar bachillerato, en 1929 inicia sus estudios de fotografía en la Academia de Artes Gráficas de Leipzig, estudios que finaliza dos años más tarde. Marcha a París para continuar su aprendizaje en la Sorbona hasta 1933. Allí adopta el seudónimo “Chim” con el que le conocerá la mayor parte de sus colegas y amigos.
Trabajando como freelance en 1934 alcanza un reconocimiento considerable y suficiente para publicar sus fotografías en una revista como Regards. Es también en París donde estrecha sus lazos con fotógrafos de la talla de Robert Capa o Henri Cartier-Bresson con los que en 1947 funda la agencia fotográfica internacional Magnum, cuya presidencia ocupó en 1954, después del fallecimiento de Capa.  De ideología liberal y antifascista, Seymour se traslada a España cuando estalla la Guerra Civil. Aquí realiza uno de sus más sobrecogedores reportajes de guerra y atrapa con su cámara no sólo la barbarie de la contienda y los soldados en el frente, sino también la vida cotidiana de una población dividida por el desastre. Sus imágenes sobre el bombardeo aéreo de Barcelona le consagran internacionalmente.
Al acabar la guerra en 1939, Seymour vuelve a París desde donde parte para realizar un importante viaje que le llevará hasta México. Finalmente se instala en Nueva York. Entre 1942 y 1945 sirve en el ejército norteamericano como intérprete y monitor fotográfico. Más que fotógrafo del frente, pese a sus trabajos realizados durante la contienda civil española, puede decirse que es un reconocido fotógrafo de la guerra “oculta”, aquella que viven los habitantes desde los pueblos, las aldeas, las ciudades...: niños que gritan, mujeres desesperadas ante la potencial pérdida de sus maridos, ancianos recogidos sobre sus propios recuerdos de un tiempo mejor. En esta línea, durante la Segunda Guerra Mundial y a instancias de la UNESCO, se dedica a fotografiar las repercusiones de este gran desastre, tomando como protagonistas a los niños, fundamentalmente en Checoslovaquia, Hungría, Grecia, Italia y su Polonia natal. Este periplo por la geografía europea vio la luz en la publicación Children of Europe, álbum publicado en 1949 por la UNESCO.

En 1956, Seymour se encontraba en Grecia con objeto de estudiar los monumentos de la antigüedad, cuando la crisis del Canal de Suez condujo al estallido de acciones bélicas. El fotógrafo pasaba por Chipre para dirigirse a Suez con el fin de realizar un reportaje gráfico sobre el intercambio de prisioneros cuando una ametralladora egipcia acabó con su vida, una vida llena de peligros en una época en que las acciones violentas se desarrollaban con una rapidez increíble. No obstante se observa en su obra un amor por la vida, la esperanza y la paz que pocas cámaras han recogido con la elegancia, frescura e ingenuidad de un David Seymour.























GEORGE RODGER

Fotógrafo inglés nacido en Londres en 1908 y fallecido en la misma ciudad en 1995. Educado en colegios privados ingleses, George Rodger descubrió muy pronto su afición por viajar. Con tan sólo diecisiete años se enroló en la marina mercante. Estuvo dos años en el mar y, en el escaso tiempo que pasaba en tierra, tomaba fotografías con una cámara pequeña con el fin de documentar sus experiencias. Inicialmente, no había motivo más profundo para esas tomas. Instalado en Estados Unidos, justo cuando comenzaba la depresión de 1929, realizó todo tipo de trabajos. Su proximidad a la fotografía no era más que documental: no le interesaba la fotografía por sí misma, sino como un medio mecánico para expresar lo que sentía y veía.
Después de siete años en Nueva York, volvió a Inglaterra y se instaló en Londres. Arruinado y desmotivado, consiguió su primer trabajo en la BBC y, aunque el oficio de fotógrafo nunca había pasado por su imaginación, la necesidad le colocó ante el objetivo de una cámara de estudio de medio formato. Recibió su única formación de las clases de una ayudante -que contrató para la realización de las tomas- recién licenciada en la Escuela de Fotografía de Bloomsbury. Es más, Rodger se jactaba de no haber recibido educación fotográfica alguna: según él, no puede enseñarse algo que, en realidad, debe estar dentro de uno mismo. Su trabajo consistía en retratar a todo personaje importante que hablaba en la BBC para su publicación en The Listener. Allí se mantuvo durante dos años. Después del primer año trabajó sobre todo en el Alexandra Palace, donde la cadena comenzaba con las emisiones de televisión, y documentó todos los programas iniciales. Fue entonces, hacia 1937, cuando la fotografía empezó a parecerle interesante, y también cuando cambió la aparatosa cámara de estudio por la versátil Leica.
Un año después abandonó la BBC para integrarse como colaborador en la recién nacida agencia Black Star, aunque su trabajo era esencialmente el mismo: retratar fiestas sociales y campañas caritativas de la alta sociedad. Su salto cualitativo no se haría esperar; ese mismo año, y en el seno de la agencia, realizó una fotografía del Támesis que se publicó en Life, publicación en la que empezó a trabajar de manera estable a partir de 1939. Fue el inicio de una brillante carrera como fotoperiodista. Los primeros encargos de la revista estuvieron relacionados básicamente con actividades bélicas: la ofensiva aérea alemana, las bases submarinas en Escocia, un recorrido por el canal de la Mancha, los bombardeos de la RAF... Su primera tarea en el exterior fue con los Franceses Libres: un viaje largo y arriesgado que culminó en China dos años más tarde a lo largo del cual retrató la situación de cerca de cincuenta países.
Sin embargo, pronto se dio cuenta de que no estaba particularmente interesado en fotografiar los horrores de las guerras: “uno no piensa entonces en los efectos que tales cosas pueden causar en sí mismo, pero gradualmente se producen y la culminación llegó en el campo de concentración de Belsen. No había sabido hasta entonces el efecto que la guerra me había provocado. No era tanto lo que estaba fotografiando, como lo que me ocurría en ese proceso. Cuando descubrí que podía contemplar el horror de Belsen –los cuatro mil muertos y hambrientos que yacían a mi alrededor- y pensar tan sólo en una buena composición fotográfica, supe que algo me había sucedido y que tenía que detenerme”. Años después abandonaría Life y, en 1948, en un viaje desde Ciudad de El Cabo hasta El Cairo, realizó el que quizá sea su mejor reportaje, el de los nubas de Kordofan, que tuvo una rápida distribución gracias al trabajo de la recién nacida agencia Magnum, de la que fue miembro fundador. Ya en ella, formó parte del equipo que realizó una de las series más prestigiosas de la Magnum, “La gente es la gente”, un proyecto que incluía “La familia de Egipto”, “La familia de Sudán” y “La familia de la India”. A partir de este trabajo, el nombre de Rodger también apareció en las páginas de National Geographic, con reportajes como “Sahara” o “Los elefantes tienen paso preferente”. En 1977 recibió una beca del Arts Council de Gran Bretaña que le permitió volver a tierras africanas durante un año para fotografiar sobre todo Kenya y Nairobi. Su trabajo permite al observador acercarse a las situaciones más polémicas de los conflictos del siglo XX, aunque, en sus propias palabras: “...no creo haber aportado mucho más que una honesta contribución sobre gente y sitios a través de cuarenta años. Me he satisfecho a mí mismo, lo que vuelve a sonar a jactancia, pero no sé si he contribuido algo al desarrollo de la fotografía como arte”.


REVISTA LIFE




Life nació el 4 de enero de 1883 en Nueva York. El ilustrador John Ames Mitchell fue su fundador. Era una revista de humor donde destacaba sobre todo la ilustración. Tras un largo periodo de éxistos, tras la Primera Guerra Mundial y un giro inesperado de la esencia de la revista, en 1936, Henry Luce, editor de TIME y FORTUNE, compró la revista ya que quería poseer ese titulo para una nueva publicación dónde primaba la imagen fotográfica sobre el texto.
La primera edición de Life apareció en la mitad de la Gran Depresión y el mundo se preparaba hacia una nueva Guerra Mundial. A pesar del panorama mundial, la primera portada de Life tenía la imagen de la Represa Fort Peck en Montana (Estados Unidos de América), fotografiada por Margaret Bourke-White.
 La circulación de la revista se disparó tal y como había previsto la compañía, yendo de 380.000 copias de la primera edición a más de 1 millón por semana cuatro meses después.
Cuando los Estados Unidos entraron a la guerra en 1941, también lo hizo Life. Para 1944, de los 40 corresponsales de guerra que tenían Time y Life, 6 de ellos eran mujeres. Life era pro-americana y respaldaba el avance de la guerra cada semana.  Cada semana durante la Segunda Guerra Mundial la revista llevó la guerra a los estadounidenses; tenía fotógrafos en cada escenario de la guerra, desde el Pacífico hasta Europa.
En la década de 1950 Life ganó gran cantidad de respeto con el trabajo comisionado de grandes autores entre ellos  Ernest Hemingway, que realizó un artículo de 4.000 palabras acerca de la tauromaquia en España. En los años de la post-guerra publicó algunas de las imágenes más memorables de eventos ocurridos en los Estados Unidos y en el mundo. También produjo muchas series científicas tales como “El Mundo en que Vivimos” (“The World We Live”) y “The Epic Of Man” a inicios de los años 50.
 La revista fue perdiendo lectores a medida que se acababa la década de 1950.
En la década de 1960 la revista se llenó de fotos en color acerca de estrellas del cine, el Presidente John F. Kennedy y su familia, la Guerra de Vietnam, y la llegada del hombre a la Luna.
 En marzo de 1967 Life ganó el Premio Nacional de Revistas 1967 (National Magazine Award), entregado por la Escuela de Graduados de Periodismo de la Universidad de Columbia. El prestigioso premio hizo un tributo a las magníficas fotos de la guerra en el Sudeste Asiático, así como las series de Henri Huet en las que aparece un médico herido, y que fueron publicadas en enero de 1966. revista, la misión estadounidense a la Luna en 1969 fue publicada por la revista pero en Enero de 1971 la revista volvió a decaer.
A pesar de esto con sus altibajos, la revista sobrevivió hasta el año 2007 cuando se anunció que su publicación sería única y exclusivamente digital.










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